Queridas amigas, queridos amigos de la cultura en el Centro,
Hoy, después de comer, dimos un paseo hasta una morera que hay no lejos de nuestra casa. Probablemente sea la primera de su especie aquí en la isla que da frutos maduros, parecidos a zarzamoras, tan pronto en el año. Ligeramente más oscuros que el rojo sangre, tendiendo al púrpura a medida que está al aire su jugo, enseguida demuestra la fuerza de ese su color. Porque, sin exagerar, es una tarea imposible terminar el proceso de recolección con las manos limpias. Algunos frutos cuelgan con tanta fuerza de la rama y están tan maduros que se aplastan en cuanto los coges y el jugo dulce y pegajoso corre por tu mano hasta el codo. Otras frutas estallan cuando las coges, dejándote descaradas salpicaduras en la cara.
Este color rojo, que aparece una y otra vez en esta isla y quiere afirmarse -en los frutos del cactus, llamado higo picón aquí, en la cochinilla, en la uva, pero también en la roca rica en hierro... Justo aquí, en la isla de los contrastes... Pensamientos que perduraban...
Como ladrones que no hubieran podido ocultar su hazaña ni a distancia, caminamos a casa un poco más deprisa por la plaza con nuestros dulces bienes. Y luego, ¡directamente a la ducha!
Feliz Pentecostés y buen fin de semana
Mikaela Nowak
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